Por caridad, tu puta madre

Cada mañana, poco después de llegar a la oficina necesito bajar a tomarme un café rápido para que se me despeguen las pestañas y se comiencen a levantar mis párpados. Sé que es una chorrada sin base científica ninguna, una necesidad auto-impuesta y absurda, pero si no lo hago, ya estoy cruzada de buena mañana.

Normalmente, a este primer café - sí, sí, hago varios a lo largo del día - voy sola. Me va bien para organizarme mentalmente el día. Hoy me toca esto, aquello y lo de más allá. 

Cuando salgo por la puerta del edificio, tengo 2 alternativas: derecha o izquierda (¿habéis visto para qué sirven mis estudios?) y, hasta hace un par de semanas iba cambiando. Un día a diestra otro día a siniestra. Hasta que una buena mañana, dominada por mi mano zurda y absorta caminando mientras repasaba los correos y reuniones en la maldita BlackBerry, oigo: 'Buenos días, señorita'.

Levanto la cabeza y miro a mi alrededor. No conozco a nadie, así que no creo que hablaran conmigo. Pero insiste una tenue voz: 'Buenos días, señorita'.

Ahora la sitúo más baja que yo, a mi lado. Miro. Hay un señor, sentado en el suelo sujetando un pequeño cartón con algo escrito que paso de leer en una mano y una lata vacía en la otra. No contesto. Esquivo la mirada. Cabeza al frente. Sigo caminando mientras me siento incómoda. 

No sé muy bien por qué reacciono así. 

No sé muy bien por qué reaccionamos así. 

Cuando llego a la terraza y me siento para que me pongan el cortadito, ya lo he olvidado todo. En realidad, me importa una mierda. Tengo muchos líos en el trabajo como para despistarme con tonterías. 

Bebo el mágico y oscuro brevaje espavilador en pequeños sorbos acompañado de una exquisita delicatessen nicotínica y cancerígena. Hay que cuidarse.

Pago y me dispongo a volver por donde he venido cuando mi cabeza da orden a mis pies de cruzar para cambiar de acera y no tener que pasar por delante de aquél hombre que, tan amablemente, me había dado los buenos días en mi trayecto anterior. 

Qué bien, si lo no veo es como si no existiera.

Qué bien, si lo no vemos es como si no existiera.

Cuando llego a mi mesa y desbloqueo el ordenador ya se me ha olvidado todo. Joder, parezco Dori de Buscando a Nemo. Tengo que ejercitar mi memoria. Debe ser la edad. O no. Memoria selectiva, diría yo, solamente retiene lo que le conviene. Tonta no soy.

Y así han pasado varios días. Todas las mañanas. Yo paseando mi flamante estatus de mujer joven trabajadora e independiente por las narices de un educado señor que pide limosna. Pero que estampa más bonita. Digna de una postal navideña, ahora que tanto se lleva el rollo reivindicativo.

Hasta que hoy se me han cruzado los cables y, al volver del café, no he evitado el encuentro. 'Que pase un buen día señorita' me ha dicho hoy el amable caballero callejero. Y yo me he parado, lo he mirado directamente a los ojos, le he dicho 'Muchas gracias. Espero que usted también y como que empieza a hacer fresquito por aquí, me he tomado la libertad de traerle un café si le apetece.' Y le he dado el café con leche para llevar que he pedido antes mientras me tomaba mi cortado de clase social superior.

Entonces me he fijado en él: pelo moreno corto, clareando por la coronilla, ojos oscuros con las arrugas típicas de cincuentón, no muy alto, delgado pero con mucha ropa y con los dientes limpios.

El tipo me ha dedicado una bonita sonrisa y, aunque, yo me había agachado para acercarle la taza, se ha incorporado, limpiándose las manos contra el pantalón de pana marrón y ha cogido la taza que yo le ofrecía como si fueran unas castañas calentitas recién salidas del horno. 

No me ha molestado en absoluto que nos rozáramos falanges, falanginas o falangetas por un micro-segundo haciendo el intercambio. No me ha molestado su 'Muy agradecido, señorita' rehuyendo mirarme a la cara. No me ha molestado que la gente pasara mirando con caras de asco, o asombro, o pena, o soberbia. No me ha molestado la vieja chocha que no tenía otra cosa mejor que hacer que ponerse a farfullear improperios con la voz bajita no fuera caso que la oyéramos y la contestáramos con un 'muérase pronto,  señora, por favor'. 

Me ha molestado sentirme mejor por haber hecho semejante inútil gesto de caridad. En el fondo, sé que no le he ayudado en nada. Un puto café de mierda. Ya ves. Como si eso le arreglara la vida. Gilipollas - me lo digo a mí - eso me hace sentir bien solo a mí. 

Mira qué maja eres, ¿no Charlotte? Y mañana quizás cambies de acera o quizás no,... quizás le pidas un café con leche, seguramente no. ¿Entonces? ¿Por qué coño lo has hecho? ¿Ha servido para qué? Para sentirte tú mejor, ¿verdad? 

Pequeña idiota acomodada en la moderna burguesía del 3G. ¿Apostamos a que mañana vas a la derecha?

Qué más da. Total, en un rato lo olvidaré todo. Y colaboro con una ONG cada mes, que os lo diga mi banco. Soy tope solidaria, qué pasa. Y mejor persona. Se nota, se nota.

Es una pena.

¿Por qué soy así?

¿Por qué somos así?





Comentarios

  1. Joder Charlotte, no seas tan dura, está claro que no le has solucionado la vida, pero sí le has sacado una sonrisa, seguro. No puedes pretender ayudar (cuando se trata de dinero) a toda la gente con la que te cruzas, no es materialmente posible...mierda de vida.

    1besico!

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  2. Ja!!! ¿Por qué somos así? !!!Que gran pregunta!!!
    Yo no lo sé, pero algo que deberíamos tener claro es que hay muuuuuucho trabajo que hacer a la vuelta de la esquina y no hace falta irse a centroáfrica para ser útil. Que sí... que la foto con los negritos mola mogollón... que los modelitos de "Coronel Tapioca" son muy elagantes, pero cerca de nuestras oficinas seguro que hay algún colectivo que necesita y agradecerá nuestra ayuda... del tipo que sea!!!
    Apoyar a un club de fútbol modesto, de barrio, formado por chavales de familias desestructuradas o exprsidiarios o exdrogadictos ... con 100 euros al año es algo igual de digno, necesario e importante que apadrinar a un niño africano.
    Un saludo.

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  3. Porque somos una mierda pinchada en un palo...

    Cojonudo post Charlotte! Pero ya sabes... Tu felicidad como la de todos, pasa por no ser la conciencia del mundo... Triste, pero verdad!

    Saludos!

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  4. Bueno, me había currado un comment larguísimo y al Sr. Blogger no le ha venido bien publicarlo ...

    Es igual, resumiendo. Sí, es egoísmo. Y si, es poca cosa. Pero a veces estas pocos gestos hacen que la vida a una persona no le parezca tan mierda.

    Es mi opinión. Darse cuenta. Actuar. Con lo que se pueda.

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  5. uy.... charlote tiene corazón!!! claro que sí!!! no es tan fiero el lobo como lo pintan....

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  6. Fiona, lo sé, pero el tema es que me he sentido imbécil, mira, y tenía que soltarlo.

    Míchel, tienes toda la razón, primero hay que mirarse el ombligo.

    MrMierdas, lo tengo presente, pero hay días que no me gusta ser humano, simplemente.

    Salamandra, qué pena haber perdido tu comentario largo. Esta mañana he vuelto a ir a la izquierda, lo he saludado de ida y de vuelta. No le he traído café. Él me ha dado los buenos días como siempre y yo no me he sentido tan mal. Como si lo de ayer hubiera sido un gran gesto. hay que ser gilipollas, tía. Somos gilipollas. Vaya tela.

    Juana, ¿ah sí? ¿Charlotte tiene corazón? ¿tú crees? lo que tiene es todo lo malo del ser humano y el astío de sentirse de vuelta de muchas cosas. Lamentablemente, pocas cosas me emocionan desde hace tiempo... No sé muy bien si lo que tengo dentro todavía puede latir fuerte o bien se ha quedado helado. Mira, al menos respiro.

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  7. No se si me gusta más el comentario de Michel o el de Juana. Lo que si tengo claro es que uno no puede ver todas las películas, ni leer todos los libros, ni ayudar a todo el mundo.

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  8. Mira, pues yo no sé si me gustan más los libros o las películas ;)

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  9. Porque si nos implicamos con cada pequeña desgracia que nos vamos encontrando en el día a día, no acabamos bien, eso garantizado.

    Pero un café calentito nunca es inútil.

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  10. Yo sólo se que gracias por el café, le sentó bien a mi estómago, y como tengo poco con poco me conformo.

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  11. Casi orgásmico...
    Acabo de ver tu blog y me he leído una gran parte en toda la mañana, pero esta es una de las entradas ás realistas y sinceras que he visto en mi vida.
    Si de verdad quieres cambiar algo, si de verdad estás dispuesta a ayudar a ese hombre, lo que hemos de hacer es cambiar el sistema de base.
    "Recobré la fe en el ser humano cuando le dije a un francés
    que yo sólo no podía cambiar el mundo, y me preguntó ¿por qué?
    Sigo pensando en los que no merecen morir,
    y amo a quienes pese a todo siempre siguen en pié"

    A parte de eso, espero no molestar, pero si alguien se quiere pasar por mi pequeño blog: billetehacianingunaparte.blogspot.com.es

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