La comunidad

Desde hace unos días, vuelvo a ser presidenta de la escalera. Ya ves. Llevo 5 años en el piso y ya lo he sido 3 veces. Aquí hay tongo.

En este tiempo, plagado de celebraciones navideñas, entre comilona y comilona, fiesta y fiesta o siesta y siesta (a proporciones similares, o sea, todo en exceso), he ido meditando algunas ideas para ejercer mi nuevo cargo.

No tengo muy claro si ésta, mi tercera vez, me merecería una sesión de investidura protocolaria, pero creo que si pudiera hacer mi discurso de toma de posesión del honorable cargo, ante todos mis queridos vecinos, fantasearía con soltar algo parecido a lo siguiente:

Apreciados vecinos,

Me complace enormemente presentar mi candidatura para ser investida como la YoQuéSéava presidenta de La Comunidad, junto con el programa de gobierno que me acompaña y pedirles su confianza.

Si me permiten una breve referencia personal, les diré que durante el largo periplo, de casi 365 días que me ha llevado hasta aquí, en muchos momentos me he preguntado qué sentimientos impregnarían mi espíritu.

Y hoy puedo decir que el único sentimiento que me acompaña es el de agradecimiento.

Porque por fin voy a poder denunciar a la vecina morosa que nos debe más de 2000 euros y por culpa de la cuál casi estamos en números rojos. Pero que a todo el mundo le daba pena cuando nos venía haciendo pucheritos a las reuniones mientras tiene su piso alquilado y va cobrando dinerito contante y sonante cada mes.

Porque voy a cambiar de empresa de limpieza, ya que estoy harta de repetir que repasen bien todos los rellanos y que el terrado también entra en el contrato. Debe ser que la fregona se les niega a subir las escaleras.

Porque empezaré a mirar presupuestos para adecentar esta fantástica escalera que sobrepasa los límites de mi tolerancia visual cada vez que llego a casa y tengo que andar 35 escalones rodeada de semejante tonalidad rosa pastelón que me invade hasta la rabadilla.

Porque haré que pongan los bajantes de PVC, y cambien los 1000 parches de plástico malote que tenemos ahora. Que cuando no revienta el de abajo, es que pierde el de arriba. Y total, como que no apesta,…

Porque cambiaré el seguro de compañía, que para eso trabajo en una aseguradora y sé que los de ahora nos están tomando el pelo.

Porque también cambiaré de gestoría. Cobrando lo que nos clavan al año, la tipa con la que siempre me estoy discutiendo me tendría que dar masajitos en los pies y no dejarme en la estacada si pasa algo el fin de semana ‘porque hacen horario de oficina’. El colmo. Como si los apagones y otras calamidades entendieran de horarios laborales, que se lo digan a los del Carmel esta Nochebuena.

Porque los gastos de electricidad los voy a repartir entre TODOS los pisos. Incluido el local de los bajos. Ah, y de paso, que quiten el empalme gracias al cuál les estamos pagando la luz de la peluquería desde hace tiempo. Menuda jeta.

Si yo tengo que dar mi teléfono para que me puedan localizar, quiero los teléfonos del vice-presidente y los secretarios. Que aquí vamos a pringar todos, porque yo también tengo derecho a no estar disponible.

Con los teléfonos anteriores y el resto de cambios, pondré una hoja con ‘teléfonos útiles’ actualizada, además de dejar una copia en cada buzón. Para que no me estén tocando las narices cada vez que pase una tontería.

Habrá unas ‘normas de convivencia básicas’ que recordaré de la misma forma: sobretodo los horarios de ruidos (para la vecinita pija de los insufribles tacones, para la pareja que se discute a grito pelado en la escalera y pega portazos, para el vecino que redecora su casa arrastrando los muebles a las tantas de la madrugada y para el tenor follador que se debe creer que vive solo en el desierto y no le oye nadie, sobretodo).

Agradeciendo de antemano su colaboración, me despido atentamente, ansiosa por ejercer mis funciones en aras de mejorar nuestra convivencia, con temple pero también con mano firme.

Pero como que no voy a poder decir todo esto, lo haré en la clandestinidad, poquito a poco, sin pregonarlo a los 4 vientos para no discutirme con nadie, pero sin pausa. Una cosa detrás de la otra. Xino, xano. Total, tengo un año enterito y una hojita sellada por la gestoría y aprobada según acta de reunión confirmada donde ciertos propietarios (casualmente mayoría absoluta) me han firmado la cesión de representación. Ups!



Comentarios