Mala noche, dando muchas vueltas, en la cama y en la cabeza. Me he despertado antes de que sonaran los móviles. De mala leche. Me he hecho el café y me lo he fumado mientras me bebía el cigarro. ¿O no era así? Me siento del revés.
Me he vestido de pingüino. Otro día más. Traje-chaqueta gris con rayas diplomáticas. Botas. Jersey de tirantes negro. Que les den por saco a los pendientes. Se me enganchan al casco.
Lo pongo todo en la mochila. Portátil, libreta con papelotes del trabajo que usé ayer por la noche para hacer las cosas que mi poca concentración no me dejó acabar en horario laboral. Salgo de casa.
A los pocos metros, a un niño se le ha caído una pala de la playa. ¿Todavía hay gente de vacaciones? Va en un carrito de niño (obvio). Su madre está liada cojiendo bolsas del portal y cerrando la puerta con una mano porque la otra la tiene aguantando al carro. Me agacho, recojo la pala y se la devuelvo al pequeño con una sonrisa. Estoy blandita estos días. Él me la devuelve, la sonrisa, que no la pala. La madre me da las gracias y también me sonríe. Sus sonrisas son sinceras y espontáneas. Incluso la mía también. Creo.
Cruzo la calle por el medio. Pasando del paso de cebra. Bien por mí. Lo sé. Pero es más rápido porque no tengo que esperarme en el semáforo.
Sigo caminando. No llevo las gafas de sol. Ahora ya no me hacen falta. La luz a estas horas de la mañana todavía no me molesta. Se nota que se ha ido el verano. Ayer a las ocho el cielo estaba negro como los cojones de un grillo. Qué fina soy.
Paso por delante del taller de motos. Están sacando las scooter pequeñas. Voy bien de tiempo. Todas las mañanas es lo mismo. Está controlado.
Llego al parking. Soy un robot perfectamente programado. Arranco para que mi nena se caliente. Chaqueta. Mochila. Casco. Guantes. Me subo. Salimos.
Me sobran los semáforos. Me sobran los coches. Me sobra la gente. Me sobra todo. Vamos tirando. Con acelerones. En algo se tiene que notar la mala leche que gasto hoy.
En un cruce, mientras espero ansiosa que el ridículo monigote verde de los peatones acabe de parpadear, empieza a cruzar una chica. Se me parece. Es una sensación rarísima. La sigo con la mirada. Al otro lado de la calle la está esperando un chico. Sonríen. Se besan. Se cojen de la mano y siguen caminando. Menuda cursilada.
Mierda, me he empanado tanto que ya me estan pitando. Arranca, arranca - es la orden que transmite mi lento cerebro. Mi cuerpo obedece.
Llego pronto al trabajo. Ficho. Me pregunto qué coño hago aquí. No quiero estar hoy aquí. No quiero estar en ninguna parte. Hoy me tenía que haber quedado en casa. O me tenía que haber ido a Andrómeda. Me da igual.
Lo veo todo como si mirara una película. Como si no fuera conmigo. Hoy me sobro.
Me llama mi jefe. Hablamos en su despacho. Ya no me acuerdo de qué hemos hablado. Sigo divagando. Tengo mucho trabajo, pero me está costando concentrarme. Abro el blog para desahogarme. Escribo esto. Y no me siento mejor.
Leo un mail de unas amigas. Quieren quedar para cenar un día de estos. Nuestras vidas son muy distintas. Ellas tienen hijos y maridos. Yo tengo un bonsái. Es difícil coincidir. Digo que sí.
Bajo sola a tomarme un café. Busco la terraza más solitaria. No me apetece hablar con nadie. Necesito tranquilidad. Me enciendo un cigarro. Pido el periódico. Hago que estoy leyendo. No me entero. Paso las páginas. Veo las fotografías. Me mancho las yemas de los dedos con el polvillo que suelta la tinta impresa. Bebo. Pago. Me voy.
Vuelvo al trabajo. En el ascensor, recuerdo un olor. Mal rollo. No pienses. Demasiado tarde. Presente imperfecto. Como yo. Como todo. Me gusta. No quiero. Vaya lío. No lo sé. Tengamos la fiesta en paz. Olvídate. Deja de pensar. Trabaja, que para eso te pagan.
Un amigo se ha dado cuenta de que estoy rara. Quiere ayudar. Estupendo. Ya no sé ni disimular. Y yo creía que era buena actriz. Vaya tela. Contesto en plan autista. Lo siento. No quiero hablar. Necesito estar sola. Necesito silencio.
No sé qué me pasa. No es la regla pero hoy se me hace todo extraño. Estoy sin estar. Los objetos parecen distantes aunque los esté tocando. Las personas me hablan como si nada. No escucho. Solo oigo sus voces. No proceso. Siento claustrofobia y agorafobia a la vez. No quiero salir. Tampoco entrar. No quiero estar en ninguna parte. No quiero ser quién soy. No quiero nada. O quizás lo quiera todo. Todo no se puede tener. Pues qué putada.
Quizás solo sea un costipado. Sí, seguro. Tiene que ser eso.
Nena...últimamente estás muy filosófica, muy estando sin querer estar...cuando necesites un par de hostias avisa eh? Que me cojo el tren y después ya brindaremos por los bonsais coño! ;)
ResponderEliminar1besico!
Sí, es un constipado. Y es algo que los comunes de los mortales no entiende. Hay gente que si no estamos al 100% no funcionamos. Los constipados te joden de arriba abajo.
ResponderEliminarTengo una teoría: nuestro "otro yo" ese que vive de nosotros y lleva su propia vida mientras no nos damos cuenta; se se pasa de la raya y nos absorbe más energía de lo normal los días que estamos constipados.
Totalmente de acuerdo con Michel... el finde vas a pasarlo en la cama con 40... de fiebre!
ResponderEliminarIbuprofeno pero ya!
Eso es la crisis de los cuarenta, Charlotte.
ResponderEliminarNada que tres o cuatro semanitas en Bali, en un resort cinco estrellas y acompañada de un amiguito fogoso no pueda curar.
Fi, ya lo sé, nena, estoy rara de narices. Debe ser el otoño, que me suda el c... ¡Juas!
ResponderEliminarMíchel, no le hables de otro yo a una persona con personalidad múltiple, no, miltitudinaria, más bien. Que me lías.
Mr.Mierdas, que aún me quedan unos añitos (no muchos) para los 40. ¡No fotem!
Tripi, debe ser la crisis de los 'taytantos'. Hombre, a Bali en un resort va a ser que no es mi estilo, pero perderme por África con una mochila y una buena compañía, no te diría que no.
Si quieres perderte por África mochila en mano, avisa que te doy un par de direcciones donde pueden quitarte el costipado de golpe....de verdad de la buena....
ResponderEliminarKisses!
(en Berlín hicimos una foto para ti!!)
Sinco, ¡envía contactos al mail! jajaja ¿Una foto para mí? ¿De vuestra escapada flowerPower a Berlín? ¡Oh seh! Pónmela, pónsela. Cuélgala o algo, mujer, quiero verlaaaaa
ResponderEliminarEmpiezo a pensar que tengo un serio problema con esa ciudad. Últimamente todo me conduce allí. Vaya tela. Tengo que volver.
ResponderEliminar¿¿En serio los quieres???, me pasé un mes por Senegal y otro por Malí, mochila al hombro...¡¡si me necesitas silba!!....(Berlín es una ciudad ACOJONANTE).
ResponderEliminarKisses!!!
Estoy con Sinco.
ResponderEliminarEstuve en Berlín el año pasado y, efectivamente, es acojonante. Nieve y vino caliente a todas horas. Las berlinesas un poco armarios, eso sí.
Oye lo de disfrazarse de pingüino una vez esta bien, pero varias al mes... no se, creo que te hace falta un estilista.
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