No, no, no estoy en la oficina.
Estoy admirando el esplendor de la naturaleza.
No, no, no estoy en la oficina.
Estoy en mi casa de la montaña, mirando por la ventana.
No, no, no estoy en la oficina.
Estoy perdida en el culo del mundo.
Sí, sí, eso es.
Mierda, esto no funciona.
Disculpadme, voy un rato a la segunda de las tres reuniones que tengo hoy y enseguida vuelvo.
No, no, no quiero estar en la oficina.
Estoy admirando el esplendor de la naturaleza.
No, no, no estoy en la oficina.
Estoy en mi casa de la montaña, mirando por la ventana.
No, no, no estoy en la oficina.
Estoy perdida en el culo del mundo.
Sí, sí, eso es.
Mierda, esto no funciona.
Disculpadme, voy un rato a la segunda de las tres reuniones que tengo hoy y enseguida vuelvo.
No, no, no quiero estar en la oficina.
Bueno, con esa disposición se disfruta más de los fines de semana: ese es el momento en el que podrás desplazarte a la montaña más próxima a tu domicilio habitual y berrear a gusto.
ResponderEliminarSi todos hiciésemos así mejor nos iría.
Bufff, créeme Paseante, si pudiera, lo haría casi cada fin de semana, de verdad. Así que si te sobra una casita en la montaña, ya sabes, acepto regalos ;)
EliminarAcaso no son todas tan felices cuando están en la oficina??
ResponderEliminarEsto,... ¿y a las habitantes de qué planeta os referís tú y tu San Martín?
Eliminarla autosugestión puede hacer milagros!! jajaja
ResponderEliminarJo Juana, pues hoy no ha habido milagro, y mira que lo he intentado...
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