No recuerdo lo que olvidé

Lejano. Muy lejano.
Todo mi pasado parece pertenecer a otra vida.
Como el corazón que una vez sintió cosas tan profundas por otra persona.
El mismo que quedó tan enterrado por toneladas de cemento armado que ya no oigo ni el latido.
Se habrá podrido tras varios años de inactividad (¿in?)voluntaria... o eso espero.

Mantengo el mismo cuerpo que antaño, pero nada es igual que antes. Tengo el rostro cansado.
Todo es tan diferente que incluso se me hace extraño a mí misma.
Ya no hay plenitud de nada, tampoco decepciones importantes.
Quizás sea lo mejor. El delicado equilibrio de la sinsustancia.

Esto no es como ir en bici. Que dicen que siempre lo recuerdas.
Hay cosas que ya no se recuperan. Hay pérdidas irreparables.
La inocencia de creer que eres lo primero para alguien. Casi lo único.
Sentirte especial sin ningún mérito. Simplemente porque sí.

Una vez fuí una ilusa y lo perdí todo. Perdí tanto que me perdí a mí.
Y ya no puede volver a pasar, porque no me queda nada.
Soy algo vacío y sin sustancia. Algo viejo y cansado. Algo roto.
Con nada por dar ni recibir más que tiempo desperdiciado en superficialidades.

Ya no soy pura. Estoy corrompida por el rencor.
Arrastro el dolor perpetuo de la experiencia.
La mancha invisible de la memoria de lo que viví.
Mi condena: divagar entre almas perdidas como la mía.

Ah, ya lo tengo, me olvidé de lo que es amar y ser amada.


Mierda, ahora tengo que volver a olvidarlo.

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